Reseña
andrea.uribe

Crónicas marcianas

Los hombres de Marte comprendieron que si querían sobrevivir tenían que dejar de preguntarse de una vez por todas: ¿para qué vivir? La respuesta era la vida misma. La vida era la propagación de más vida, y vivir, la mejor vida posible. 
Ray Bradbury

Preocupados por el viaje, por la minucia de cómo sería realmente llegar y descender sobre Marte, puede pasar que olvidemos otras preguntas sobre lo que pasaría luego; cómo sería si realmente alcanzáramos en nuestros cuerpos ese planeta y qué clase de vida sería esa que no está sobre la Tierra. Cómo luciría nuestra piel bajo el efecto de otra atmósfera –si es que hubiese una viable–, qué tendría que tener una casa, si alguna vez volveríamos a ver algo crecer, a qué olerían las calles, si habrían calles. 

Ray Bradbury es un escritor norteamericano de fantasía y ciencia ficción y se hizo esas preguntas múltiples veces y en múltiples cuerpos: de mujer, de capitán de una misión espacial, de sacerdotes preocupados por cómo luciría el pecado en Marte, por músicos, por humanos con esperanza de encontrar algo hermoso lejos de la Tierra y otros en plan de huída. Estos personajes y sus vivencias en este otro planeta están recopiladas en Crónicas marcianas, tal vez uno de los libros más importantes de Bradbury. 

En el libro se develan pedazos de la naturaleza humana; la necesidad de nombrar las cosas para convertirlas en familiares y la desconfianza ante lo que no reconocemos inmediatamente aparecen como pilares que determinan el futuro de marcianos, antiguos terrícolas y colonos. También aparece ese gesto asiduo de buscar familiaridades para poder habitar un espacio con soltura. La paradoja que plantea Bradbury es simple: la de cómo aún en la búsqueda de los distinto, aún en los lugares más remotos posibles, vivimos en la búsqueda de familiaridades (o forzar hasta encontrarlas) porque solo ante lo definible encontramos sosiego. 

La escritura de Bradbury es poética y algo nostálgica; las temáticas de la soledad, la añoranza, el desespero o la pasividad ante lo desconocido marcan cada una de las historias aquí consignadas. No hay completa dicha para ninguno, tal vez porque en muchos de los relatos es la guerra y la carencia o la búsqueda constante de algo más, cualquier cosa que no se hubiese visto nunca, lo que terminan definiendo esta especie de exilio. “Los hombres de la Tierra llegaron a Marte. Llegaron porque tenían miedo o porque no lo tenían, porque eran felices o desdichados, porque se sentían como los peregrinos o porque no se sentían como peregrinos”, escribe Bradbury. 

Crónicas marcianas
Ray Bradbury
Editorial Minotauro 
351 páginas

 

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