
La materia oscura y los dinosaurios. La sorprendente interconectividad del universo, de Lisa Randall
Por: Haiden Llanos - Astroteca
Coautoría: Laura Vélez
¿Es posible que la materia oscura, aquella sustancia invisible e indetectable, todavía desconocida y elusiva, haya sido la responsable de la extinción de los dinosaurios? Muchas veces las respuestas a enigmas que llevan años sin ser resueltos pueden encontrarse en casos o fenómenos que parecen no tener la más mínima o remota relación.
La costumbre –principalmente occidental– de pensar los problemas desde disciplinas de conocimiento aisladas entre sí, hace que el estudio e investigación pierda casi todo su potencial cuando se trata de fenómenos complejos. Es imposible obtener una explicación precisa acerca de ellos si se parte únicamente de la descomposición del hecho en partes y se estudia cada una de ellas de manera independiente.
Algunos de los hechos más urgentes o significativos del mundo contemporáneo son de carácter complejo: las interacciones entre clima, atmósfera, océanos, tierra y vida; el cerebro y la conciencia; las relaciones en un ecosistema; la geopolítica, la economía global y los mercados; las grandes ciudades y sus estructuras sociales; la internet y redes de conexión; las pandemias y la salud pública; etc. Problemáticas de este calibre requieren de personas, grupos y comunidades de investigación que planteen reflexiones de articulación entre diversas dimensiones intelectuales. Ningún campo del conocimiento, por sí solo, puede dar cuenta de la magnitud de sus causas ni de la diversidad de sus impactos. Solo con la conjugación de saberes distintos es posible construir respuestas integrales y sostenibles que estén a la altura de los desafíos globales actuales.
En este mundo de riesgos latentes, enigmas profundos y prácticas científicas compartimentadas, La materia oscura y los dinosaurios, de Lisa Randall, surge como un faro de interconectividad intelectual. Este libro trasciende su carácter divulgativo, pues es una apuesta atrevida para unir dos conceptos aparentemente inconexos: la naturaleza de la materia invisible que compone el cosmos y la extinción de los dinosaurios. Randall, una de las físicas teóricas más influyentes de nuestro tiempo, teje un relato fascinante que desafía las fronteras entre disciplinas, demostrando que los mayores misterios a menudo requieren las soluciones más audaces y transversales.
Esta obra no se limita a explicar la ciencia establecida, sino que lleva de la mano al lector por el proceso mismo de la investigación, mostrando cómo una idea radical puede ser explorada con rigor, y demostrando por qué resulta tan importante indagar, desde todas las aristas posibles, aquellos fenómenos que han inquietado desde las más inexpertas personas hasta las más brillantes mentes de la humanidad.
Randall estructura su obra alrededor de cuatro lecciones motivadoras que ha extraído tanto de su labor científica como de su experiencia personal.
La primera: lo que parece abstracto —como la materia oscura— es en realidad fundamental y profundamente conectado con nuestra existencia.
La segunda: los eventos de extinción requieren una mirada científica multidisciplinar.
La tercera: el entendimiento del universo y de las partículas es aún muy reciente.
Y la cuarta: hay una tasa de cambio vertiginosa en la ciencia y en el mundo.
Con esto, la autora sugiere un criterio de lectura que invita a reflexionar sobre el valor del pensamiento abierto a nuevas posibilidades. Esa es su bandera, y la valiosa propuesta de este texto.
¿Por qué aborda una temática tan amplia de esta manera? ¿Es sensato hacerlo? Randall entiende que los grandes misterios no se resuelven dentro de compartimentos estancos: para comprender eventos cataclísmicos, como la extinción del Cretácico-Paleógeno, es necesario elevar la mirada más allá de la Tierra y considerar las fuerzas dinámicas de la galaxia. Su hipótesis audaz —un disco delgado de materia oscura en el plano galáctico pudo desestabilizar la nube de Oort y disparar un cometa que desencadenó el impacto— utiliza un planteamiento narrativo que distingue con claridad entre lo científicamente respaldado y lo especulativo, conjugando el rigor del pensamiento crítico con lo poético de las ideas fascinantes.
En definitiva este libro es una puerta abierta para ingresar al mundo de lo interconectado: un posible vínculo entre una materia que aún escapa del método científico incapaz de identificarla por medio de los telescopios y los laboratorios; y unos fósiles de animales que surcaron la Tierra hace millones de años, y que hasta el día de hoy siguen detonando la curiosidad en cerebros aún infantiles. Una puerta abierta a pensar la ciencia como un todo, y tal vez, incluso desafiando aquellas reglas que se conciben como inamovibles.
Lisa Randall, con su osada hipótesis, invita a una nueva forma de pensar, demostrando que la curiosidad no conoce límites disciplinarios. Para cualquier persona con anhelo de aventurarse en las preguntas de la ciencia, esta obra es una lectura esencial, motivadora y profundamente inspiradora.
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