Crónica
valentina.moya

“Así como a los humanos, a las galaxias tampoco les gusta vivir solas”

Los cúmulos de galaxias son las estructuras más grandes del universo y, parece ser, que la Vía Láctea se encuentra dentro de un grupo llamado el Grupo Local, el cual a su vez se encuentra dentro de un cúmulo de galaxias mas amplio llamado el Supercúmulo de Virgo. Estos objetos y dinámicas son los que estudia la astrofísica bogotana Ana Mikler, una de las integrantes del colectivo de mujeres científicas llamado Colombianas Haciendo Investigaciones en Astrociencias - CHIA. Para ella, estos cúmulos, o agrupaciones galácticas, son “el laboratorio de los astrofísicos” - y agrega- debido a todo lo que sucede dentro de ellos y nos ayuda a estudiar las grandes estructuras y la formación del universo a gran escala. 

Ana Paola Mikler es candidata a doctora en astronomía y astrofísica en el Instituto Argelander de astrofísica de la Universidad de Bonn y cuenta una amplia trayectoria académica en países alrededor del mundo como Hong Kong, Chile, Estados Unidos, Italia, Austria, Serbia y, actualmente, Alemania. Su investigación doctoral ha generado grandes contribuciones, aunque afirma que, a pesar de estar en pleno siglo XXI, en la comunidad científica se siente con fuerza la brecha de género, por lo que junto a CHIA y el Planetario de Bogotá está organizando la charla en vivo Universos multiversos: la luz vista por nuestras astrónomas que tendrá lugar el 13 de febrero a las 2:00 p.m. como conmemoración del Día de la Niña y la Mujer en la Ciencia

Ana Paola Mikler

Siempre se interesó por las matemáticas y por la física, aunque su pasión por la astronomía como tal la despertó un curso vacacional del Planetario de Bogotá cuando tenía alrededor de 12 años. “Siempre que cuento esta historia digo que el hecho de que haya estudiado astronomía es culpa de mi mamá. De pequeña vivía con ella y con mis abuelos, y en unas vacaciones de mitad de año me dió dos opciones, o unirme al equipo distrital de volleyball o asistir a este curso”, cuenta Mikler. Sorprendida por el hecho de que los objetos del cielo tuviesen un ciclo de vida y, por ende, distintos colores, como es el caso de las estrellas, decidió de manera casi instantánea que eso era  a lo que se quería dedicar.

Sin embargo, durante esa época las carreras de pregrado en relación a la astrofísica eran casi inexistentes en el país, razón por la cual terminó su bachillerato en Hong Kong por medio de una beca de Colegios del Mundo Unido - UWC - por sus siglas en inglés, y luego cursó su pregrado en física con énfasis en astronomía -en simultáneo a sus estudios en mandarín el estado de Nueva York en Estados Unidos-. Más adelante, Ana Mikler se convirtió en la primera colombiana en ganarse la beca de AstroMundus, un programa de la Unión Europea que busca promover el intercambio de conocimientos entre estudiantes y universidades. Por medio de este realizó su maestría en Austria, Serbia y en la Universidad de Padua, reconocida por contar entre sus alumnos destacados a Galileo Galilei. 

Con su pregrado empezó estudiando estrellas variables -continuando con lo que la cautivó en el Planetario de Bogotá- y ya adentrada en su maestría se fue hacia la cosmología, tema que estudia ahora con fervor, mediante la observación en infrarrojo. Sin embargo, al iniciar su doctorado, Ana afirma que se pasó al otro lado del espectro electromagnético y estudia estas mismas estructuras, pero ahora mediante el milimétrico y las ondas microondas, así como un efecto que hasta el momento se está empezando a observar - a pesar que se conoce desde 1970 - el Efecto Sunyaev – Zeldovich o SZ por sus siglas. 

“Hemos encontrado que los perfiles de presión en los cúmulos, que se conocían por simulaciones, son ahora observables. Mi investigación ha reducido los errores de estimación que se tenían con estas simulaciones, pues hemos llegado a modelos de precisión muy altos y hemos podido encontrar una diferencia entre cómo funcionan los distintos perfiles, como los de cúmulos relajados y cúmulos perturbados”, cuenta Ana. Antes del estudio que está realizando junto a su equipo no se sabía cómo se comportaba la presión en la parte de afuera de estas estructuras, puesto que por lo general, solo  se había analizando la presión al interior de estas. 

La capacidad computacional para realizar estos análisis hoy en día es mucho mayor, razón por la cual se ha podido avanzar en este tipo de estudios que requieren alto procesamiento de imágenes y modelos. 

Sin embargo, Ana Mikler asegura que a lo largo de su carrera profesional se ha encontrado con diversas complicaciones derivadas de la brecha de género en la academia, en especial en Europa. “El sistema es más antiguo y tradicional, la burocracia con los profesores es más fuerte. En la ciudad de Bonn, por ejemplo, no existe ni una mujer directora en el campo, a pesar de que a nivel de doctorado somos 50-50. Asimismo, afirma que ha medida en la que se va avanzando hacia el doctorado, y luego posdoctorado, el porcentaje de mujeres suele reducirse. 

Según aclara Mikler, este efecto es conocido como el leaky pipeline - fuga de tubería - en la que se habla sobre cómo las mujeres se van retirando de carreras relacionadas con la ciencia y la tecnología a lo largo del tiempo debido a una serie de factores, principalmente por la falta de oportunidades derivadas de otras complicaciones. Por ejemplo, según afirma Ana Mikler, en la academia científica se da una gran discriminación hacia las mujeres porque las consideran más ‘sensibles’, y por ende las tratan de manera diferente, evitando cierto tipo de confrontaciones o discusiones. Por otro lado, “nuestra capacidad de ser progenitoras también implica una dificultad para esta carrera porque los profesores piensan que si las mujeres van a tomar maternidad entonces no le ven sentido a contratar a una mujer, lo cual es muy discriminatorio. Se ve en todas partes”, afirma Ana Mikler. 

Más aún, los trabajos y propuestas de mujeres también son constantemente relegadas por quienes las reciben y analizan, un hecho llamado el efecto Matilda, el cual habla sobre el prejuicio de reconocer los logros de mujeres científicas, y en el que por lo general sus trabajos se les atribuyen a compañeros masculinos. Este ha sido el caso de reconocidos hallazgos, como fue el caso de Marie Curie. “Una mujer lo presenta, pero él siempre lo presenta mejor. Cuando lo presentó un hombre, le van a creer más. En una situación tuve hallazgos importantes y mi profesor dijo que no me creía y, después de un largo proceso en el que estuvimos revisando, invité a un colega, le pasé mis códigos para ver si salía lo mismo y, en efecto, le salió lo mismo. Ahí mi profesor sí permitió publicar el estudio”, cuenta Ana Mikler. 

Sin embargo, de a pocos se han ido generando más mecanismos para intentar garantizar un ambiente académico más equitativo, aunque los esfuerzos deben ser mayores. Por ejemplo, Mikler afirma que cada vez más se hacen procesos ciegos para evaluar candidatos, es decir, leen el contenido de la propuesta, pero no se incluye el nombre ni el sexo, ni el instituto del candidato, y luego eligen. Esto ha generado resultados que incluso le han causado curiosidad a los evaluadores, pues tras aplicar este mecanismo, se han seleccionado más mujeres. 

“Todo esto fue lo que me motivó a unirme a CHIA. El bullying y el sexismo existe en todas partes, pero uno no espera que exista en la academia. No es justo que los demás tengan que pasar por lo mismo, tenemos que cambiar el formato… y se está cambiando, está mejorando, pero nos falta alzar la voz”, cuenta Mikler tras afirmar que todas las astrónomas tienen alguna historia en la que les han negado oportunidades por ser mujer, o en la que les han hecho comentarios discriminatorios o condescendientes. 

Ante todo, pienso que nos hace falta unirnos. Todas hemos pasado por cosas similares, pero uno suele pensar que solo le pasa a uno. La academia tiende a ser muy dura con las mujeres. Debemos entender por qué tenemos que apoyarnos y hablar de lo que pasa, no sentirnos avergonzadas de lo que pasa, entre más entiende uno más se puede hacer.”

El colectivo de mujeres científicas Colombianas Haciendo Investigaciones en Astrociencias es, entonces, un espacio fundamental en el país y en la región, pues permite crear una red de apoyo, como menciona Ana Mikler, en la que las mujeres pueden encontrar maneras de impactar y generar cambios en la manera en la que ha funcionado la academia y evitar los efectos anteriormente mencionados como el leaky pipeline y el efecto Matilda, así como para evidenciar y posicionar la lucha contra las brechas de género dentro de una academia. Como afirman las miembras, la idea es que sea una red para futuras generaciones. 

Universos multiversos

El Planetario de Bogotá, en se sumó a la iniciativa de Colombianas Haciendo Investigaciones en Astrociencias - CHIA, al Observatorio Astronómico Universidad Sergio Arboleda y al Observatorio Astronómico Nacional para realizar este panel en vivo el 13 de febrero, en el que las científicas de este colectivo hablarán sobre distintos temas, entre ellos el espectro electromagnético. 

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