Por: Laura Vélez Hernández
En la vida pasa a menudo que perdemos el norte. Algunos tienen la fortuna de hacerlo solo una vez. Otros no corren con la misma suerte y muchas veces ese norte queda desdibujado por eventos que marcan un antes y un después, que con frecuencia se ven también un poco borrosos. Pero en el esfuerzo por encontrar de nuevo aquel norte que cambia de sentido muchas veces nos damos cuenta de que, quizás, una de las cosas más hermosas y gratificantes del proceso de intentar reencontrarlo es resignificarlo.
